domingo, agosto 19, 2012

URGE UN CONTROL DE NATALIDAD


Las alarmantes cifras sobre madres adolescentes, los niveles de pobreza y costo de vida de nuestro país siguen creciendo. Colombia no quiere, por diversas razones atender a que es uno de los países latinoamericanos con mayor población según territorio y tasas de crecimiento mayores en el mismo contexto.

Por otra parte, recordamos que si bien el movimiento ambientalista nace izando la bandera del respeto por toda forma de vida (biocentrismo), también ha puesto en escena la teoría del desarrollo sostenible, aún antes que el Estado colombiano se tornara “social” de derecho. Y eso hace que, como privilegiados, los ambientalistas son capaces de aceptar a veces el desplazamiento del hombre individual, a quien ya no ve como el ser supremo sobre la Tierra, en aras del interés social. Es lo que conocemos como la ética de la solidaridad; que sostiene que también los más vulnerables y que siempre deben ser asistidos por el Estado, también tienen obligaciones.

A Colombia le ha llegado la oportunidad de avocar el controvertido tema del control de la natalidad o demográfico como una política de Estado justificada por la equidad. Argumentos: 1) El empobrecimiento está relacionado con el aumento del número de hijos, y a más temprana edad, en los estratos cero, uno y dos. 2) Muchas de las ayudas económicas de las entidades territoriales y de los programas presidenciales tienen en cuenta el número de hijos de las familias a favorecer, esto se prueba con el aumento de las transferencias de la nación a los regímenes subsidiados. 3) Según el Consejo Nacional de Seguridad y los Observatorios del Delito, el aumento de los niveles de delito asociada con pandillismo, violencia intrafamiliar y suicidio, entre otros, está relacionado con la pobreza. 4) En los estratos altos, el número de hijos es menor que en los bajos, pero el nivel contributivo, obvio, es mayor en los altos. 5) Ya sabemos que nuestro planeta está en hacinamiento gracias a los un poco más de 7.000 millones de habitantes que aproximadamente lo habitamos.

Sin necesidad en llegar al extremo de debatir sobre la necesidad del aborto, basta que el Estado defina una efectiva y más realista política de control de natalidad para que empecemos de verdad a producir cambios radicales en nuestra sociedad. Por ejemplo, aceptemos que es necesaria una Ley que autorice a los médicos a ligar a las madres con el tercer parto o a las enajenadas mentales o drogadictas con anuencia del defensor de familia. O aceptemos que ya no es posible justificar que los municipios premien o estimulen los subsidios de vivienda según el número de hijos (en ése caso nacidos con posterioridad a la Ley después del tercer parto). Es ofensivo seguir actuando como si la pobreza idiotizara a las personas o como si ésta fuera un mal irremediable que toda la sociedad debe cargar en detrimento de mejores perspectivas.

Y que no se diga que no funciona. China, el país más poblado del planeta, viene aplicando estas políticas hace décadas y hoy es el tercer país más poderoso sobre la Tierra.

El profesor William M. Alexander de la Universidad Politécnica de California, cuando dice que son dos los requerimientos para la sustentabilidad humana: “un consumo modesto de los recursos del ecosistema y familias poco numerosas”. No hay que decir más, o ¿sí?

domingo, agosto 12, 2012

HIPOCRESÍA ECOLOGICA




Hay que reconocer que lo más difícil para el ser humano es ser coherente. Comportarnos como pensamos, no es fácil en una sociedad que, como la actual, da prioridad a las formas sobre las sustancias. De ahí tal vez el origen de la injusticia o justicia irregular que nos tiene donde estamos.



Y si hay alguna cosa en la que es bien difícil establecer conductas acordes con nuestras posturas ideológicas, es frente a la ecología y el ambiente. Pues fácil es decir “soy ecologista”, pero bien difícil portarse como tal.



En Colombia existen muchos ejemplos de esto. Partiendo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Territorial y por tanto ya ahí genera sus propias contradicciones. O el ejemplo de quienes tienen animales domésticos en las casas o permiten que sus niños pequeños jueguen a la tortura con los animalitos y les celebren sus ocurrencias.



Pero hay excesos. Por ello traemos uno especial para que el visitante de elambientalista saque sus propias conclusiones.



Una agencia española dedicada a la protección ambiental nos hizo llegar la noticia de que el Ministro noruego de Pesca, invita a hacer turismo matando focas bebé. Aunque parezca mentira, al ministro, se le ha ocurrido la idea de ofrecer a los turistas la posibilidad de pasar vacaciones matando bebés de foca. Esto, como medida para incentivar el turismo y el aumento de los ingresos de dicho país nórdico que tanto le gusta reconocerse como adalid de la protección del ambiente y los derechos humanos.



Este funcionario, ha dicho que "la caza de focas en la hermosa costa de Noruega debería ser vendida como una exclusiva experiencia para turistas" y no le ha importado en absoluto el aluvión de críticas por parte de grupos ecologistas y activistas por los derechos de los animales, que en todo Europa se la levantado. La excusa usada, es que las focas consumen mucho pescado y ya sabemos que la pesca, su especialidad, es uno de los tres primeros renglones de exportaciones noruegas.



El grupo ecologista español que nos compartió esta noticia, asevera que en realidad, quienes consumen más pescado son las personas, que además tienen la posibilidad de alimentarse de otras cosas. Y los que esquilman el mar, tanto en España como en Noruega, son los pescadores. En cualquier caso, ningún argumento justifica el hecho horroroso de matar por placer.



Las clases altas, la realeza europea y muchos políticos, parecen muy proclives a este tipo de “deportes”. Recordemos la reciente noticia del rey Juan Carlos I desde África. Y precisamente este tipo de personas son las que van a ir a Noruega, a partir de enero próximo, a disparar a las pobres focas, si sale adelante la nueva ley que va a regular tan reprobable actividad turística.



Fueron las críticas internacionales las que contribuyeron a hacer disminuir la caza intensiva de focas hace más de una década. Un bebé de foca apaleado en la cabeza no muere enseguida, sufre una lenta y horrorosa agonía. Así es el ser humano, no mata por necesidad sino por placer. Y está matándose a sí mismo...como las focas, lentamente.