LICENCIAS Y ÁREAS PROTEGIDAS
Por: Álvaro Hernando Cardona González
La
licencia ambiental otorgada por la Agencia Nacional de Licencias Ambientales
ANLA, mediante la Resolución 0286 del 18 de marzo de 2016 que autoriza a la
empresa petrolera Hupecol para perforar 150 pozos en el municipio de La
Macarena, en el departamento del Meta y dentro del área protegida Parque
Nacional La Macarena y con influencia en dos parques más, el Quinigua y Los
Picachos genera muchas controversias.
Inmediatamente varios grupos
ambientalistas sentaron su protesta advirtiendo del riesgo que se corre de
perder recursos hídricos importantes ya que la explotación petrolera se
realizaría muy cerca de los nacederos de los ríos Guayabero, Duda y Lozada que
convergen en el municipio de La Macarena. Otro de sus argumentos, es que estas
áreas son patrimonio de la humanidad por ser por supuesto reservas de riqueza y
de biodiversidad importantes del país.
La ANLA sostiene que de las 30
mil hectáreas licenciadas sólo el 43 por ciento pueden ser intervenidas.
Además, aseguró que ni Caño Cristales, ni el Parque Tinigua, ni las fuentes de
agua se verán afectadas porque no hacen parte de la zona licenciada; asegura
que revisó que no fueran áreas en las que no se pueden entregar licencias.
Una de las controversias es que
mientras los turistas no pueden llevar ni perfumes, ni aerosoles, ni nada que
resulte contaminante al ingresar al parque La Macarena, sí se permite la
explotación de hidrocarburos. Incluso es absurdo que ahora la ANLA diga que
tiene reservas, pues si las tenía no debió otorgar la licencia.
Nuestra posición es que, los estudios sobre
desarrollo sostenible aseguran que todo se puede hacer siempre y cuando los
impactos ambientales sean conjurados, que existe una gran hipocresía ambiental
y debe imperar la racionalidad para dirimir las necesidades de crecimiento
económico con las imperantes de preservación del hábitat natural que nos
permite vivir sanamente. Es inaudito que si existen áreas
determinadas para conservar, bajo cualquier pretexto, el Estado no esté
dispuesto a cumplir lo que ha ordenado. No debe haber excepciones.
Y aunque todo impacto se puede
conjurar sin duda y aquí la UAEPNN dio visto bueno porque estas licencias están
autorizadas por ley, el Estado colombiano ha demostrado debilidad técnica para
determinar absolutamente todos los impactos y hacer el seguimiento de todas las
obligaciones ambientales. Otro fuera el criterio si ya se hubiera demostrado
que estamos equivocados pero lastimosamente cada día la subjetividad impera con
sospechoso ímpetu en materia ambiental, ¿por qué lamentarnos ahora? ¿dónde las
dudas?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario