Colombia requiere una política demográfica pública urgente
Tan solo en Cundinamarca el 13% de los embarazos ocurridos
en el 2013, fueron en cuerpos de madres adolescentes, esto es, mujeres en
edades que oscilan entre 10 y 16 años. La mayoría de ellos, en niveles
económicos bajos. Casos como los conocidos recientemente de mujeres de edades
inferiores a los 12 años que se dejan embarazar, se multiplican y aumentan.
Entre tanto, Colombia crece demográficamente por encima del promedio mundial y
hoy es un país con un territorio casi dos veces menor al de Argentina, pero con
el doble de habitantes.
Se requiere de una política estructural en materia
demográfica. No da espera.
Es absolutamente inconcebible e injustificable que con las nuevas reformas fiscales, una persona
que trabaja independiente, y suscribe un contrato de prestación de servicios al
Estado tenga que pagar salud y pensión sobre el cuarenta por ciento del valor
total cuando ya está cotizando al sistema pensional. Injusto, porque para poder
pagar o cotizar a pensión, le exigen que también lo haga a salud, no importa
cuántas veces lo haga, destinando un aporte importante al régimen o fondo de
solidaridad que se supone va a apoyar a la
población vulnerable economicamente. E injusto porque a pesar de una
persona pueda aportar dos, tres o más veces al fondo de solidaridad, igual
sigue creciendo la población vulnerable (incluso a ritmos tres veces más que
las clases media y alta) y sigue encontrando más vendedores ocupando el espacio
público, más mendigos, más drogadictos en las calles, más alcohólicos
deambulando, más niños pidiendo limosnas en las esquinas y más muchachos
haciendo maromas a cambio de monedas.
¿No es lógico que si una persona vulnerable económicamente,
realmente lo es, deje de llenarse de hijos los cuales aumentan sus necesidades?
¿No es lógico que si los aportes a los fondos de solidaridad aumentan,
significando que aumentan los aportes de la mayoría de los colombianos, aún en
detrimento de su propio ingreso, eso se refleje en menos personas desocupadas y
tiradas en aceras y bancas?
Insistimos en que Colombia debe definir una política
demográfica, fundada entre otras razones en la corresponsalía social. Es decir
en que quienes aportamos, con mucho sacrificio y en detrimento de los ingresos
por trabajo, algo recibamos de quienes son beneficiados. No hacerlo sólo trae
discriminación, evasión y desidia. Sobre todo, trae conlleva rechazo en vez
aceptación del Estado. Tratar los menos favorecidos como imbéciles no está
bien, son inteligentes y comprenden. El resto de nosotros también comprendemos
y estamos hartos de ver que la población pobre aumente y aumentan los aportes
de solidaridad.
Colombia necesita sin más dilaciones, una política
coherente, racional y de largo plazo en materia de control y distribución de la
demografía nacional. Somos uno de los países con mayor población en relación al
territorio. Pero más grave, es en las familias menos favorecidas económicamente
donde más amplio es el núcleo familiar y esta población está
desproporcionadamente distribuida en el territorio.
Más del 80% de la población colombiana está en la zona
andina. Sólo Bogotá alberga cerca de una quinta parte de la población total
nacional (e irónicamente alejada de los puertos para exportar) y las cuatro
ciudades más grandes contienen más de una tercera parte de los ciudadanos sobre
la cifra del Censo de 2005.

“Es claro, más allá de las discusiones moralistas o
biológicas, que el embarazo y la maternidad de las adolescentes no solo truncan
y retrasan sus posibilidades de desarrollo, sino el de sus propias familias y,
por extensión, el de la sociedad entera” (El Tiempo. Editorial; 24 de septiembre
de 2012). En el mismo texto se sostuvo luego, con base en conceptos serios de
sociólogos y otros expertos que “…este fenómeno -que en Colombia afecta a una
de cada cinco mujeres entre los 15 y los 19 años- es un factor determinante en
la reproducción de la pobreza”.
La demográfica es una política contra la pobreza y la
justicia social.