sábado, marzo 04, 2023

Biodiversidad y potencialidades económicas

 Álvaro Hernando Cardona González

 Ajustando algunos textos de los documentos de empalme sectoriales entre los gobiernos , es pertinente traer a colación las potencialidades económicas que ofrece la biodiversidad nacional. De verdad es pertinente hacerlo, cuando la biodiversidad se menciona tan frecuente por los anunciados funcionarios del nuevo gobierno.

Nuestro país cuenta con valores naturales asombrosos. En parte debido a que está ubicado en el área intertropical del planeta con casi un 50% del total del territorio en áreas marinas, formado por parte de dos océanos y alturas que van de 0 a 5.775 metros sobre el nivel del mar. A nivel global, ocupa el segundo lugar en riqueza de biodiversidad superado únicamente por Brasil, con un territorio 8 veces mayor. Es que cuenta con el 52% de su superficie continental cubierta por bosques, lo cual son alrededor de 55 millones de hectáreas y posee otros ecosistemas no forestales, como páramos, corales, o marismas. Pero estos valores naturales configuran una oportunidad y ventaja comparativa para consolidar los pilares del crecimiento económico; contribuyen a la seguridad alimentaria, reducción de la pobreza y el desarrollo productivo sostenible, entre otros, lo cual hace más resiliente al país ante fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático. La biodiversidad, también permitirá avanzar al logro de la meta global de proteger el 30% del planeta al 2030, establecida en el nuevo marco global del Convenio de Diversidad Biológica, como medida para frenar su declive.

Así mismo, la provisión y regulación hídrica, es uno de los principales recursos ambientales y productivos de nuestras regiones. Colombia  es considerada una potencia hídrica mundial con seis nevados y más de 48.000 fuentes, entre ríos, lagos, lagunas, ciénagas, arrecifes y estuarios, entre otros, habitados por el 87% de la población, lo cual es una ventaja comparativa que debe ser aprovechada por medio de la implementación de instrumentos de planeación y ordenamiento territorial, pero acompañados de una férrea defensa (lo que exige cero hipocresía ambiental, como ya lo hemos mencionado en otras ocasiones) que garanticen su conservación y paulatina restauración.

Todo esto, ofrece una enorme ventaja competitiva en turismo natural (en las modalidades de ecoturismo, turismo rural y turismo de aventura), donde la biodiversidad es el activo principal para impulsar un nuevo renglón de crecimiento económico.

El Gobierno, ojalá más que mencionar a la biodiversidad, con coherencia y con la valentía institucional que hasta ahora nuestros gobiernos no han demostrado tener, primero defienda la biodiversidad, y luego la aproveche plena, para aumentar el crecimiento económico. ¡La economía debe crecer sostenible¡

 

 

Abordemos el cambio climático

 
Se habla mucho sobre cambio climático, pero pocos saben de este fenómeno universal. Peor aún es que se han formado mitos al respecto.

Es necesario aclarar dos conceptos que, si bien están relacionados, usualmente se creen sinónimos: cambio climático y calentamiento global. Sin embargo, hay una diferencia importante, y es que el calentamiento global es la causa directa del cambio climático. Porque  el aumento de la temperatura en el planeta, provocado por

la actividad humana cuando  emite a la atmósfera de gases de efecto invernadero, provocan variaciones en el clima que en tales concentraciones de manera natural no se producirían.

Ciertamente la Tierra se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural. Pero lo ha hecho en ciclos mucho más lentos, y necesitando millones de años. Mientras que como consecuencia de la actividad humana, hemos alcanzado niveles de calor terrestre que en ciertas épocas trajeron consigo extinciones. No olvidemos que la atmósfera retiene parte del calor del Sol; sin este “efecto invernadero”, la temperatura media del planeta podría ser de 18º centígrados bajo cero. Cuando las actividades del ser humano aumentan la emisión de esos gases que crean el efecto invernadero, la atmósfera retiene más calor del necesario, provocando que la temperatura media del planeta aumente (no escapa) y se produce lo que popularmente llamamos calentamiento global.

Ahora, no es sólo la industria la que genera estos gases, ni solo por generarlos la humanidad acelera el cambio climático. Por ejemplo la degradación del suelo marino, la disminución de arrecifes coralinos y el calentamiento del mar también contribuyen a esto. La disminución de bosques, pastizales, cuerpos acuáticos, el aumento de vertimientos, también contribuye al fenómeno. De acuerdo con Oxfan, las 7 principales causas del cambio climático y del calentamiento global son: el transporte contaminante; los edificios que necesitan rehabilitación energética; la industria, por lo que ya mencionamos; la generación excesiva de residuos; la agricultura y ganadería; el derroche de energía y, por supuesto, la deforestación.

Al final de cualquier análisis ambiental sobre causas del deterioro natural, siempre llegaremos a las actividades humanas. Y al hacerlo, inexorablemente tendremos que abordar el hecho de que la humanidad creció descontroladamente. Incluso cuando hablamos de prácticas de consumo, llegaremos a esa conclusión.

Este problema planetario, ya no es del futuro. Está con nosotros y está causando graves perjuicios, cierto, económicos, hoy en día sobre todo; pero aún más, son tantos sus perjuicios que llegamos ya al punto de poner en riesgo al género humano. Cada uno debe poner de su parte para revertir el cambio climático.

Ambientalismo extremo

Álvaro Hernando Cardona González

Son frecuentes las contradicciones entre las tres vertientes de opinión frente al medio ambiente. La de los ambientalistas extremos, la de los defensores del desarrollo sostenible “racional” y los escudados en el desarrollo sostenible (o depredadores).  En otra ocasión recordaremos estos tres conceptos. Pero como en la actual politiquería es fácil de identificar cada posición.

En todo caso, traemos a cuento unos elementos expuestos por el académico e investigador Moisés Wasserman (El Tiempo, Sección Debes Leer, enero 9 de 2015 p. 15), sobre los primeros.

Dice Wasserman que no puede rotularse como extremista ambiental a cualquiera que abogue por la protección ambiental. Y agrega: “Los ambientalismos extremos se caracterizan por una negación radical de cualquier cálculo de costo-beneficio en actividades con impacto en el medioambiente, por una falta total de disposición a ofrecer alternativas y por un buen grado de hipocresía”. Además dice, que “hay personas que se oponen a toda actividad de minería, a las exploraciones para encontrar petróleo o carbón, a la energía hidráulica, por el impacto de las represas; a la eólica, porque los molinos de viento interrumpen el paso de las aves migratorias; a la nuclear, por los riesgos de contaminación radiactiva, y a los biocombustibles, porque compiten por la tierra con los alimentos”.

A estos los acusa de hipócritas, porque viven en casas construidas con cemento y hierro; viajan en carros y aviones de gasolina; y se comunican con smartphones y computadores fabricados con coltán, entre muchas cosas más.

También menciona a los ambientalistas razonables, que entienden que la actividad antrópica sobre la Tierra inevitablemente genera impacto en su entorno, pero son conscientes que en los cálculos de costo-beneficio deben considerarse  no solo los costos de hoy, sino los costos futuros y de todo el planeta. Dice Wasserman que estos “tienen claro que los sistemas naturales son complejos y, por lo tanto, que resultan inciertas las predicciones sobre su respuesta a una intervención humana. Eso no los paraliza; de todas formas, hacen modelos, pero son precavidos y por ello han tenido logros importantes en disminución de impactos. Por ejemplo, cambiaron los gases causantes del hueco de ozono por otros inocuos, modificaron las normas de manejo de animales de experimentación, hicieron más estrictos los requerimientos para las licencias ambientales, y avanzan en su lucha por disminuir emisiones de CO2 y por detener el cambio climático global”.

Un desarrollo sostenible racional, anhela calidad de vida y progreso pero sin menoscabar la base ambiental en que se sustenta y lo hace posible. Por eso la pregunta no es: ¿lo hacemos o no?, sino ¿cómo lo hacemos? Hipocresía cero.

 

 


Es urgente delimitar los páramos

Alvaro Hernando Cardona González

A finales del pasado mes de octubre, la Procuraduría General de la Nación, por medio de la Procuraduría Delegada Ambiental, exhortó  al  Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible adoptar las acciones que permitan dar celeridad en la delimitación de los ecosistemas de páramos para evitar mayores impactos ambientales. El Ministerio Público, se vio en la necesidad de hacer la recomendación al Gobierno, en la lógica virtud de que cada día que pasa, sin que se delimiten los páramos el riesgo de invasión, ocupación,  y daño de estos importantísimos ecosistemas estratégicos.

La Procuraduría le pidió al Ministerio de Ambiente que cumpla órdenes judiciales, contenidas en acciones populares y tutelas, en las que, en nuestra opinión, lamentablemente se ordenó rehacer las delimitaciones de estos ecosistemas que ya había realizado el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt. Una delimitación técnica ahora debe ser debatida, con comunidades que en su mayoría, no tienen cómo aportar, en ése ámbito a la identificación y alinderamiento de un espacio biótico y abiótico con especialísimas características.

Con toda razón se advirtió que postergar este deber, puede estar poniendo en riesgo, entre otras cosas, el agua potable de 104 municipios y 16 capitales de departamentos de Colombia. Aspecto que resalta esta necesidad como prioridad.

La Procuraduría argumentó ampliamente entonces, la urgencia en la delimitación de los páramos, ecosistemas, y demás entornos que abastecen de agua potable a gran parte del territorio nacional, afectando a gran parte de la fauna y flora de la Nación y, como si poco fuera, seguramente vulnerando derechos humanos y fundamentales de millones de colombianos. Estos argumentos, están encabezados por el de que corresponde al Ministerio atender lo dispuesto en la sentencia de la Corte Constitucional T-361 del año 2017.

La importancia de la delimitación radica en que es el punto de partida para identificar las amenazas antrópicas, definir los planes de manejo de los páramos, precisar las acciones de conversión de actividades económicas dentro de estas áreas o la adquisición de predios de dominio público (incluso la reubicación de ocupantes de predios baldíos-reforma agraria)  y, excluir definitivamente actividades como la minería, prohibida allí, todo tan necesario para la conservación del agua para consumo humano y aprovechamiento agropecuario.

En el año 2018, publicamos un artículo titulado “Baldíos desde la perspectiva de patrimonio nacional y la eficaz protección ambiental” en el que planteamos estas problemáticas. Sostuvimos que los páramos, junto a otros ecosistemas, son el patrimonio natural más valioso de Colombia; debemos los colombianos actuar en consecuencia.