Ambientalismo extremo
Álvaro Hernando Cardona González
Son
frecuentes las contradicciones entre las tres vertientes de opinión frente al
medio ambiente. La de los ambientalistas extremos, la de los defensores del
desarrollo sostenible “racional” y los escudados en el desarrollo sostenible (o
depredadores). En otra ocasión
recordaremos estos tres conceptos. Pero como en la actual politiquería es fácil
de identificar cada posición.
En
todo caso, traemos a cuento unos elementos expuestos por el académico e
investigador Moisés Wasserman (El Tiempo, Sección Debes Leer, enero 9 de 2015
p. 15), sobre los primeros.
Dice
Wasserman que no puede rotularse como extremista ambiental a cualquiera que
abogue por la protección ambiental. Y agrega: “Los ambientalismos extremos se
caracterizan por una negación radical de cualquier cálculo de costo-beneficio
en actividades con impacto en el medioambiente, por una falta total de
disposición a ofrecer alternativas y por un buen grado de hipocresía”. Además
dice, que “hay personas que se oponen a toda actividad de minería, a las exploraciones
para encontrar petróleo o carbón, a la energía hidráulica, por el impacto de
las represas; a la eólica, porque los molinos de viento interrumpen el paso de
las aves migratorias; a la nuclear, por los riesgos de contaminación
radiactiva, y a los biocombustibles, porque compiten por la tierra con los
alimentos”.
A
estos los acusa de hipócritas, porque viven en casas construidas con cemento y
hierro; viajan en carros y aviones de gasolina; y se comunican con smartphones
y computadores fabricados con coltán, entre muchas cosas más.
También
menciona a los ambientalistas razonables, que entienden que la actividad antrópica
sobre la Tierra inevitablemente genera impacto en su entorno, pero son
conscientes que en los cálculos de costo-beneficio deben considerarse no solo los costos de hoy, sino los costos
futuros y de todo el planeta. Dice Wasserman que estos “tienen claro que los
sistemas naturales son complejos y, por lo tanto, que resultan inciertas las
predicciones sobre su respuesta a una intervención humana. Eso no los paraliza;
de todas formas, hacen modelos, pero son precavidos y por ello han tenido
logros importantes en disminución de impactos. Por ejemplo, cambiaron los gases
causantes del hueco de ozono por otros inocuos, modificaron las normas de
manejo de animales de experimentación, hicieron más estrictos los
requerimientos para las licencias ambientales, y avanzan en su lucha por
disminuir emisiones de CO2 y por detener el cambio climático global”.
Un
desarrollo sostenible racional, anhela calidad de vida y progreso pero sin
menoscabar la base ambiental en que se sustenta y lo hace posible. Por eso la
pregunta no es: ¿lo hacemos o no?, sino ¿cómo lo hacemos? Hipocresía cero.
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